La Escuela Militar es el primer Instituto de formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas del Uruguay. Es un centro de enseñanza militar terciaria en el que a través de sus cursos los Cadetes reciben una educación integral fundamentada en asignaturas profesionales, científico-técnicas, y educación física, definiendo así una sólida formación superior basada en firmes valores y moral ciudadana. Actualmente, en los cursos profesionales que se dictan, se forman los Cadetes que al egresar del Instituto integrarán el cuadro de Oficiales de cada una de las Armas que componen el Ejército Nacional: Infantería, Caballería, Artillería, Ingenieros y Comunicaciones. También se imparte en el Instituto el curso de formación de Oficiales del Cuerpo de Apoyo de Servicios y Combate.
La Quinta de Casaravilla
Primer sede del Instituto, ubicada en la calle Agraciada y Aguilar (actualmente local de UTU), albergó a la Escuela Militar durante 25 años. Su limitada capacidad y sus inadecuadas instalaciones, para los fines educativos y para el crecimiento que naturalmente tenía el Instituto, hicieron pensar rápidamente en una nueva locación.
En el año 1909, bajo la presidencia del Dr. Claudio Williman, fue colocada la piedra fundamental para la construcción de un nuevo edificio. El trabajo se le encomendó a un ex alumno del Instituto, el Cap. y Arquitecto Alfredo Campos. El 25 de agosto de 1910 es inaugurada oficialmente la sede de la calle Garibaldi la que durante casi 70 años fue asiento de la Escuela Militar.
En el año 1967 el Ministerio de Defensa inició gestiones con el Arzobispado de Montevideo a fin de permutar el predio en la localidad de Toledo, ocupado por el Seminario Arquidiocesano. La mudanza a la nueva sede se realizó el 12 de marzo de 1969, y su inauguración oficial el 25 de agosto de ese mismo año. El 8 de mayo de 2006 el Poder Ejecutivo declaró Monumento Histórico a la actual sede de la Escuela Militar y las expresiones plásticas que contiene.
La Escuela Militar se fundó el 25 de Agosto de 1885, con el nombre de Colegio Militar. La iniciativa surgió del diputado Ventura Fernández quien, el 31 de marzo de 1884, presentó un proyecto de ley que creaba el Instituto. Fue aprobada por Ley de Presupuesto General de Gastos, el 29 de agosto de ese mismo año. El Ministro de Guerra y Marina, Gral. Máximo Tajes, promulgó en 1885 dos decretos fundamentales para hacer realidad el nuevo proyecto: uno que aprueba el reglamento del nuevo Instituto y el otro que fija el 25 de agosto, de ese año, como fecha de apertura.
A lo largo de su historia el Instituto ha modificado sus planes de estudios, adecuándose en todas las épocas a la realidad y necesidad del país.
Un paso muy importante en materia docente, desde el inicio de los cursos en 1886, fue la reforma del plan del año 1929, presentada por el Director, Gral. Manuel Dubra. El proyecto elevado expresaba entre sus objetivos el “formar Alféreces capaces de llenar todos los deberes inherentes a su triple cometido de Comandante de Sección en Campaña, instructores y educadores en tiempos de paz”.
En el año 1934 la Escuela Militar propuso a la superioridad una modificación del plan de estudios. La reforma, aprobada por el Ministerio de Guerra y Marina en 1935, agregó un año de estudios preparatorios. Esto permitió profundizar en las materias fundamentales orientándolas hacia la práctica, haciendo posible realizar en el último año una revisión aplicada de los reglamentos afirmando las cualidades esenciales del espíritu militar.
En el año 1966 se implementó un nuevo plan de estudios estructurado por una comisión especial nombrada por el Ejército. Este cambio estableció niveles y finalidades precisas para el Instituto y adecuó las materias dictadas a las necesidades para la formación de Oficiales. En 1986, por resolución del Comando de la Enseñanza, se dispuso elevar el nivel de escolaridad exigido para el ingreso a secundaría completa. Esto jerarquizó la formación militar en tanto la equiparó, en sus requerimientos académicos, a cualquier carrera de nivel superior.
Desde el año 1989 la institución ha iniciado un proceso de cambios a nivel estructural y curricular, al aplicarse un nuevo Plan de Estudios que permite la formación a nivel terciario. Este nuevo plan, por sus contenidos científicos, tecnológicos y técnicos en sus materias profesionales, en las académicas complementarias y en las de apoyo, posee la fisonomía programática característica de las propuestas de nivel superior.
Este fue un paso muy importante en la relación académica con otras Instituciones de nuestro país, la que se vio plasmada en diversos convenios firmados posteriormente.
El 5 de febrero de 1993 por resolución del Ministerio de Educación y Cultura, la Escuela Militar es reconocida como centro de enseñanza de tercer nivel “con los privilegios y obligaciones que ello implica”.
El 14 de julio de 1998 por Decreto Nº 180/998 se crea el Título Académico de Bachiller Militar, complementario al de Alférez del Ejército Nacional.
De acuerdo al decreto 376 del 20 de setiembre de 2001, los egresados de la Escuela Militar pueden acceder a la Licenciatura en Ciencias Militares; para ello deben realizar un curso de investigación aplicada de un año de duración y presentar un trabajo de investigación en el Instituto Militar de Estudios Superiores.
La Escuela Militar es una alternativa educativa con más de 130 años de existencia. Han egresado de sus aulas casi 5000 profesionales militares, líderes con sólidos valores al servicio de la Patria.
Lic. Enrique Bordagorri
1. De gules, medio sol de la Orientalidad radiante, orlado de dos ramas de laurel, unidas por sus troncos y liadas en punta, todo en oro; que es el distintivo de la Escuela Militar. Bordura de plata divisada ORIENTALES VALIENTES ILUSTRADOS, letras de sable.
Acompañado de dos columnatas dóricas de plata, rodeando cada columna una cinta de gules, cargada de letras de plata, en la diestra “EST LUX” y en la siniestra “QUAM FORTIS”. Timbrado por el kepis azul con penacho de los Caballeros Cadetes. Pendiente de la barba del escudo, se ubica la Medalla al “Mérito Militar” en la Calificación de Oficiales Generales.
2. Descripción sintética:
El gules del campo alude al Escarlata vivo distintivo de este instituto.
La insignia dorada, con el sol naciendo entre una corona de laureles, fue dispuesta como emblema del Instituto en 1896. El lazo que une las ramas es símbolo tradicional de la fuerza de cohesión y de la ligazón del hombre a la nación, a la institución y a la familia que pertenece. El Sol, que nace por el oriente, fuente de luz, de energía vital y de bien, es el máximo héroe natural porque vence a las tinieblas de la ignorancia, la muerte y el mal.
La Bordura de Plata recuerda la primera divisa de la Revolución de Mayo y del Ejército Oriental, la cual consistió en una cinta o pañuelo blanco en el sombrero.
El verbo en la divisa creada por el Gral. José G. Artigas en el día de la creación de la primer Biblioteca Nacional, principales palabras del santo y seña que el Prócer dispuso para el Ejército Oriental el 26 de mayo de 1816. “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”, frase perpetuada en el tiempo, ya que la fortaleza de una nación, incluso de una nación en guerra que no solo radicaba en el coraje y las armas, sino en la educación y la cultura.
La Escuela Militar provee a la Nación de profesionales capaces de cumplir con los cometidos que se le irán asignando a lo largo de la carrera de las Armas, tanto para las actividades en el territorio Nacional como en Operaciones de Paz fuera de fronteras.
El kepis azul con penacho de plumas pintadas color celeste y blanco (reglamentado en 1896) de tradición francesa, es timbre de honor al escudo tal como lucen en cada parada y desfile -a pie y/o ecuestre- las sienes de los Cadetes.
La Medalla al “Mérito Militar” en la Calificación de Oficial General en reconocimiento por haber cumplido más de cien años de creación de la Escuela. Otorgada por el Presidente de la Republica (Resolución N° 327/999) el día 17 de mayo de 1999, en la ceremonia de conmemoración de un nuevo aniversario del día del Ejército Nacional.
«El Seminario consta de tres edificios con un área total de 26.000 m2, las fachadas tienen más de dos cuadras de largo y en el interior hay más de un kilómetro y medio de galerías que recorrer, si estuviera en Montevideo ocuparía cuatro manzanas. En su construcción se utilizaron 3.000.000 de ladrillos y 40.000.000 de piezas cerámicas para cubrir los 17.000 m2 de pisos y estructuras de hormigón. Hay unas 1.500 aberturas, 750 aparatos sanitarios y los cables empleados en su instalación eléctrica podrían llegar a Montevideo y volver a Toledo, pues suman más de 50 km. En 10 meses se realizaron los 300 planos para el proyecto definitivo, la ejecución de la obra duró 50 meses y en ella trabajaron 240 obreros. El edificio está compuesto por 23 partes y tiene 23 juntas de dilatación. El campanario, con 25 m de altura alcanzaría a una casa de 8 pisos y la nave de la iglesia, con 18 m, a un edificio de 6 niveles.» (33)
Así describía Mario Payssé en 1958 el edificio que estaba construyendo en la localidad de Toledo, sobre el km 22,200 de la ruta 6 del departamento de Canelones. El acento puesto en la materialidad y en los datos cuantitativos estaba justificado. Se trataba de una obra de gran magnitud, la más grande que el arquitecto realizó. No era problema menor los números y esto en más de un sentido. Desde el principio, Barbieri imaginó el Seminario magnífico por su tamaño, con una capacidad de alojar seminaristas desproporcionada para un país pequeño y con escasas vocaciones religiosas. La construcción del Seminario Arquidiocesano expresaba una gran confianza en el futuro de la Iglesia uruguaya y fue la expresión más acabada de la voluntad que la jerarquía católica tenía de manifestar su presencia en la cultura local.
Aún sin terminar adquirió fama de obra maestra. En 1962 los arquitectos argentinos Méndez Mosquera y J. A. Le Pera le solicitaron a Payssé el envío de fotografías del edificio «del que Rubén Tomasov y Ernesto Katzenstein había hablado maravillas» para incluirlo en la revista Summa. (34)
En ese año, Francisco Bullrich y Paul Damaz le pidieron imágenes para los textos que estaban preparando sobre América Latina.
En abril de 1963 se realizó en Montevideo una exposición retrospectiva de la obra de Payssé y a propósito de ella la profesora María Luisa Torrens escribió un artículo que se publicó en el diario El País. Allí destacaba, en un análisis digno de Giedion, el dinamismo resultante al recorrer los patios y corredores, elogiando los espacios vacíos, los huecos y los claustros abiertos al cielo. La obra, afirmaba, era «un ejemplo de perfecta integración de las artes, un ideal buscado y nunca logrado antes en la Arquitectura Moderna». (35)
Referencias:
33. Declaraciones de Mario Payssé, El Bien Público (Montevideo: 1 de agosto, 1958). Sobre el arquitecto, ver la nota biográfica al final del texto.
34. Carta de Mosquera enviada a Payssé el 12 de julio de 1962. Archivo privado MPR.
35. M.L. Torrens, «El Seminario Menor. Obra maestra de la arquitectura» (El País, Montevideo: 29 de abril de 1963).
Tomado de: "Seminario Arquidiocesano de Montevideo". Monografías Elarqa Nº 3 Mario Payssé Reyes, Editorial Dos Puntos (2001).
Articulo extraído de: https://nomada.uy/guide/view/attractions/3898
Puede ver más información sobre el Seminario en: https://nomada.uy/guide/view/attractions/3898